domingo, 20 de enero de 2013

Tan solo un segundo

Las sabanas descansaban enredadas en sus pies mientras ella se apoyaba en su pecho y le miraba con media sonrisa. Sus labios se posaron suavemente en su mentón, notando aquella barbita de tres días que hacía unos instantes la había hecho cosquillitas en los muslos, mientras sus dedos hacían circulitos en su pecho desnudo. Él chico suspiro suavemente ante esas caricias que eran una verdadera delicia y acaricio su espalda suavemente, pegándola más a su piel con delicadeza. Cerró los ojos dejándose llevar por aquella sensación de paz.
Nada más se oía excepto su respiración y los trinos de algunos pájaros que cantaban al alba.

-          Sería un buen momento para escuchar algo de Jazz – susurro ella sensual aun besando su mentón.
-          Jazz…

Alargo la mano que no la acariciaba y al cabo de los segundos una voz rasgada de mujer inundo la habitación dotando a todo aquello de aún más sensualidad de la que ya había. Los dedos de ella fueron bajando suavemente por su piel hasta enredarse en el vello de su pubis.

-          ¿Tienes ganas de más gatita? – la miro entre sorprendido y divertido y ella simplemente contesto con un ronroneo.

Pasó de su mentón a su cuello a pequeñísimos besos pidiéndole guerra claramente, al fin y al cabo para ello se habían reunido y no había mucho más entre ellos aparte de una bonita amistad. Mientras tanto el siguió acariciando su espalda lentamente con una dulzura que ella jamás habría esperado de él.

-          No te enamores de mi – susurro en la piel de su cuello
-          Déjame enamorarme por un día – Su voz era casi una súplica y sus ojos la miraban como hacía mucho que no miraban a nadie.

Ella trago saliva empezando a preocuparse, ambos sabían desde un primer momento lo que había, que aquello sería algo especial y único, algo que jamás volvería a repetirse. Le miro fijamente a los ojos.

-          No puedes pedirme que te ame, no es justo que tú me ames a mí. Ninguno de los dos merecemos sufrir esto.

Él rio suavemente y alzo la barbilla de ella para besarla suavemente en apenas un roce de sus labios. La abrazo de la cintura con delicadeza y se quedo así, con sus labios prácticamente besándose, sus narices rozándose suavemente y sus respiraciones acompasadas. Se miraron a los ojos y pese al temor de ella, el sonrió suavemente y la robo otro beso más como si pensase que nunca podrían acabarse los besos de sus labios.

-          No me hagas esto…- suplico ella – no lo compliques, así es perfecto.
-          Solo hoy, solo nosotros, admite que me quieres, admite que en este mismo segundo estas enamorada de mí.

Entonces ella le miro a los ojos y le beso lentamente en un beso que derrochaba sentimientos que ninguno de los dos podrían admitir jamás fuera de aquella cama.

-          No puedo decirte que te ame, ni que vayas a ser el hombre de mi vida – susurro en sus labios – no puedo decirte que no habrá más  ni que cuando salga de aquí pensare en ti a cada instante, pero si puedo decirte que jamás he sentido algo como lo que siento por ti en este momento, en este preciado segundo.

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